martes, 31 de agosto de 2010

Chúmbale, pichicho, perro sotreta.



A la memoria del Gallego Pardo



Un perro mojado se revuelca en los adoquines,
mueve el hocico y estornuda.
Ya no llueve, ahora el febo le acaricia el lomo,
barro seco, pelo duro,
la demencia de ese pichicho me emociona,
su furia lúdica, la brutalidad de su infancia,
y ese intacto poder de asombro,
como si hubiese encontrado ese invisible para el pelo,
que perdiste allá lejos,
hace un ejército de noches.

1 comentario:

  1. ahí'staba el pichicho... lo pude ver...
    increíble la emoción q llevaba... capaz fue el pelo, ahora suelto...

    gustó mucho leo! delicado...

    abrazo...
    q.

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