lunes, 3 de diciembre de 2012

Primer vuelo


Dejá de mirarme,
el de la foto de mi DNI soy yo,
quien viste y calza,
no llevo fierros,
ni drogas,
ni animales en extinción;
sólo llevo esta cara,
porque estoy cansado, ansioso,
y además, necesito un abrazo.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que es hermoso ver a
Buenos Aires transformarse en un mapa,
tener la posibilidad de ver,
desde el aire,
en silencio,
a ese nudo en la espalda del país,
a esa sensible bola de nervios.

Con los pies sobre la tierra,
ya puedo decir que volar es imitar a un gorrión inocente,
pero siempre especulando,
con la mala leche de un cuervo;
es estar en una camilla,
mirando el techo del consultorio de un pediatra;
es ver el Monumental como si fuese una maqueta,
es estar en el cielo,
sin ser católico.

Con los pies sobre la tierra,
también puedo afirmar que no tuve miedo,
sinceramente,
sólo sentí pánico,
bronca y pudor,
en un solo momento:

cuando subí al avión y me topé con
los ojos celestes de Mauricio Macri.

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