martes, 11 de febrero de 2014

Biografía no autorizada de una lágrima


Una lágrima emerge en un parpadeo bruto
y la bandera a cuadros del tiempo flamea:
surca el pómulo,
gorda,
cristalina,
saladísima,
atraviesa la barba como si fuese un monte bonaerense,
de noche y en invierno.

Un sollozo retumba,
parece que un misil explotó a lo lejos,
irrumpiendo el silencio con una fuerza triste,
dejando en el aire,
vergüenza, rabia y soledad.

En el abismo que hay entre la oreja y el cuello,
la lágrima se retiene expectante,
tambalea,
grita,
llora,
ve flashes de su vida;
pero está dispuesta a inmolarse,
por una causa justa.

Lo logra,
es un pedacito de alma cayendo desde el balcón del mundo,
un barrilete emocional a la intemperie,
un charquito de ansiedad volando por el futuro.

Desesperada,
contempla su final,
su razón de ser,
hasta que,
con el corazón en la boca,
se desploma sobre esta sábana celeste,
donde vos no estás,
y ahora que lo pienso,
yo tampoco.



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